Sentado en la alta colina de la espera
contemplo estrellas difusas que bailan
y revolotean dejando brillos sonoros.
Es un monte verde, aunque opaco y velado
por su complejidad.
La luz se transforma en noche
y el crepúsculo en una extraña claridad.
La luna ya no me visita,
salta la noche rápida,
pasando sin mirar.
De la mano corren el orto y el ocaso,
extraños amigos solo por necesidad.
No esperes más, me susurra el hombre árbol,
ella no vendrá,
que las raíces del tiempo son profundas
y la incómoda inmovilidad
te transformará en un tallo marchito,
que necesitará que día a día,
le vengan a regar.
contemplo estrellas difusas que bailan
y revolotean dejando brillos sonoros.
Es un monte verde, aunque opaco y velado
por su complejidad.
La luz se transforma en noche
y el crepúsculo en una extraña claridad.
La luna ya no me visita,
salta la noche rápida,
pasando sin mirar.
De la mano corren el orto y el ocaso,
extraños amigos solo por necesidad.
No esperes más, me susurra el hombre árbol,
ella no vendrá,
que las raíces del tiempo son profundas
y la incómoda inmovilidad
te transformará en un tallo marchito,
que necesitará que día a día,
le vengan a regar.